cómics
30/11/2025
A savage god reigns
He estado en dos bodas últimamente y por ello, he sido bombardeada con definiciones de lo que es el amor. El amor es paciente, misericordioso, espera sin límites, aguanta sin límites, sin amor no tienes nada etc.
La mitad de estas definiciones me hacen chirriar los dientes. Es posible que sea una siesa pero opino que mi amor tiene líneas que no estoy dispuesta a cruzar. Mi amor pide cuentas y compara. Mi amor no aguanta hasta el infinito. Mi amor quiere al resto, pero también se quiere a sí mismo. La autodestrucción que posibilita el amor romántico no es algo en lo que esté interesada.
Quizá por ello las historias donde se tratan las partes más negras del amor y la obsesión me interesan. Ver vindicada mi cruzada contra los amores infinitos me gusta. El amor no siempre es bueno, no siempre es sano, no siempre es deseable. Creo que es una montaña, con caras luminosas y oscuras donde cada uno intenta caminar por la luz, sin darse cuenta de que caer por la otra cara es tan sencillo como un paso en falso.
A cruel god reigns es un empujón a los abismos más oscuros de la obsesión y del amor. Sigue la historia de un adolescente, Jeremy Butler, hostigado por su padrastro. Sandra, la madre de Jeremy, se vuelve a casar con Greg, un gentleman inglés pudiente y encantador. Sin embargo, las cosas se tuercen cuando empieza a chantajear a Jeremy para poder abusar de él, física y sexualmente.
Jeremy se ve atrapado por un hombre violento, manipulador y obsesionado con él. La crudeza de lo que le está pasando contrasta con la línea de Hagio Moto fina y delicada. Recuerda a la propia fragilidad de Jeremy, al que observamos romperse poco a poco, totalmente superado por la situación.
Es un manga muy crudo y en muchas ocasiones difícil de leer. Pese a la gran cantidad de metáforas visuales preciosistas de Hagio Moto, el horror intrínseco a la trama no se esconde en ellas, sino que las usa para explicitar la fragmentación interna del propio Jeremy. La composición de sus páginas me recuerda a una tela de araña, donde el primer impacto es delicado y bonito para acabar dandote cuenta de que estás atrapado toda la situación que te está contando.
Pero yo he comenzado hablando del amor. En la primera parte de este manga, Greg no para de repetirle a Jeremy que le quiere, que está enamorado de él y de su madre, que quiere lo mejor para los dos. El amor saca a la luz lo más horrible de sí mismo. Por otro lado, Jeremy odia a Greg, pero quiere mucho a su madre y eso le atrapa entre la confesión de lo que le está pasando y felicidad de ella. El muchacho se ve convertido en un animal de sacrificio atrapado entre dos amores: el envenenado de su padrastro y el que aguanta sin límites hacia su madre.
Su comprensión del sentimiento se deforma y acaba aturdiendo su propio corazón. Las secuelas de la terrible situación que le ha tocado vivir le seguirán a lo largo de todo el manga.
Mientras en la primera parte del manga, Hagio Moto nos revuelve las tripas al enseñarnos el descarrilamiento de la vida de Jeremy a manos de Greg, en la segunda nos deja dando tumbos con Jeremy y cómo este vive después de que la situación de abuso haya terminado. El joven está inestable, traumatizado, sufre ataques de pánico constantes y su vida acaba en lugares sórdidos. Aunque Greg ya no esté con él, sigue en su mente y sus actos le han dejado tan marcado que es incapaz de relacionarse con el mundo de una forma sana.
En este momento de la historia cobra importancia Ian, el hijo de Greg. Cierto sentido del deber le empuja a hacerse cargo de Jeremy y tratar de sacarlo de sus nuevos ambientes. Aunque consiga parte de su objetivo, el estado mental de Jeremy seguirá siendo precario e Ian al pasar tanto tiempo con él, comenzará a obsesionarse con Jeremy. Pronto los dos comenzarán a tener una relación muy tortuosa.
Mientras Ian se debate consigo mismo para mantener a Jeremy a su lado a casi cualquier coste, Jeremy es un ente abotargado y encerrado en sí mismo. No asocia el amor a cosas buenas y aunque reconoce que le gusta Ian, su contante sentimiento de culpabilidad y su trauma le impiden tener una relación honesta con el otro joven. Intenta recomponer su vida a trozos pero con Ian detrás suyo, tentádole con un amor del que no se siente mercedor y recordándole todos los abismos que ha ido recorriendo.
Por su parte Ian es un personaje poco honesto consigo mismo, ciego ante aquello que no quiere ver y acostumbrado a que el mundo se comporte como él quiere. Durante un tiempo busca a Jeremy como un amante, sin darse cuenta de que Jeremy vive el sexo de forma fundamentalmente diferente. Esto frustra a Ian de sobremanera y protagoniza episodios biliares, donde tienen fuertes discusiones que suelen acabar mal. Cuando finalmente Ian se da cuenta de que está enamorado de Jeremy, la espiral de sexo, violencia y obsesión se enrosca todavía más.
Es aquí donde el amor de nuevo vuelve a sacar a la luz las pulsiones oscuras de los personajes. Ian justificará sus actos de formas muy rocambolescas y se encadenará poco a poco a Jeremy, sin casi terminar de entender por qué. El amor de Jeremy le hará sufrir porque le obligará a enfrentarse a los sentimientos que evita por culpa de su profundo trauma. Aunque Ian le ayude sacándolo de ciertos ambientes, su imposibilidad de abandonarle hará sufrir a Jeremy.
Es en esta etapa del manga donde Hagio hace presente el amor que espera y aguanta sin límites, pero lejos de ser algo pulcro y agradable, es nudoso, áspero y oscuro. El amor es egoísta, ciego y constriñen a sus protagonistas con fuerza acerada. No les deja avanzar, no les deja aceptar su situación, les atrapa en el tiempo dejándoles con poca agencia, esclavos a sus pulsiones y sus pasados. El amor saca lo peor de ambos y explotan continuamente en un cóctel de deseo, violencia y finalmente apatía. Toda esta parte del manga se alarga, quizá demasiado y quizá sin dirección. Sin embargo parte de ella me resulta interesante por la exploración del amor como ente destructivo y constructivo. El conocimiento que ambos van adquiriendo sobre el otro es un arma de doble filo que les permite hacerse mucho daño, pero al mismo tiempo sacar el veneno de sus heridas para que terminen sanando. El amor por otra gente, permite a Jeremy darse cuenta de que se está moviendo en círculos y hacer algo para cambiar su situación. Pese a ello, durante buena parte de esta parte los dos protagonistas se dedican a darse cuchilladas, al ser incapaces de entenderse.
No es para todo el mundo, eso está claro, pero no deja de ser un manga que no he podido soltar, me ha atrapado en su mundo y en su horror, en su buceo por los lugares oscuros del alma humana. Quizá esté dando muchas vueltas a la obviedad de que el amor tiene una cara oscura pero toda mi vida me habían enseñado que el amor es algo bueno. Dios es amor y Dios es bueno. He interiorizado tanto estos valores que las cosas más obvias del alma me pasan desapercibidas y me cuesta interiorizarlas. El amor saca lo mejor y lo peor de uno mismo. Aparece en lugares insospechados y turbios pero esta propiedad multifacética es la que lo hace destacar y Moto Hagio la ha pulido en este manga como si de una joya se tratase, transformándola en un brillante rubí.